domingo, 24 de febrero de 2008

Y yo que fui dichoso

Y yo que fui dichoso
en el instante que sentí tus ojos mirarme
justo en el momento que mi corazón
arremetía en el amor, así de pronto descubrí
que eras la estrella que siempre quise alcanzar,
la que anhelé con besar el brillo de su cuerpo,
ahora sé que las estrellas son inalcanzables
y no porque no se pueda lograrlas,
sino porque hay distancias que se oponen,
grandes nieblas en medio del cielo
que intentan ocultarme de ti,
brumas que truncan mi sueño eterno,
tormentas de palabras que hicieron de ti
un rayo que asesinó a mi corazón ilusionado.

Aun sé que la niebla no será eterna, pero volverá
y con ella el ardid como trampa,
mentiras ofensivas, gris veneno que me tortura
veneno gris que más nos aleja.

Y aquí estoy con mis ilusiones vivas
con el corazón agonizante que tiembla,
tiembla, tiembla pero cree en ti,
en el día claro y luminoso, sol radiante
que aparta las oscuridades peligrosas,
creo en ti, inmortal aurora que sueño
y por ti mi corazón vuelve a latir, latir, latir…

Tú tienes la palabra,
no te engañes que siempre habrá tinieblas y distancias,
siempre habrá bruma y tormentas y cielo negro,
todo eso no es suficiente para apagar lo que juntos iluminamos,
mas, está en tu manos claras
si hoy vivo o mañana muero.

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